En primer lugar, antes de entrar en detalle sobre la intolerancia a la fructosa, debemos saber qué, cómo afecta a nuestro organismo, cuáles son sus síntomas y cómo podemos detectarlo. La fructosa es un azúcar, monosacárido, contenido en muchas frutas y verduras, que además se usa como aditivo de muchos alimentos preparados y como excipiente de algunos medicamentos. Además, hay que tener en cuenta que el azúcar común, sacarosa, es un disacárido formado por fructosa y glucosa que, por consiguiente, al digerirse va a generar una molécula de fructosa relevante para el tema que nos ocupa.

¿Qué es la alergia a la fructosa?

Antes de hablar de la intolerancia a la fructosa es conveniente descartar un término empleado de forma errónea con alguna frecuencia para hablar de este proceso, que es el de alergia a la fructosa. Al respecto hay que decir que la alergia alimentaria es una reacción descontrolada de nuestras defensas frente a las proteínas contenidas en los alimentos, es por ello que podemos hablar de alergia a alguna fruta o a alguna verdura concreta, pero no es correcto referirse a la fructosa para hablar de alergia ni a la alergia para hablar de intolerancia.

 

¿Qué es la intolerancia fructosa?

Dentro del término Intolerancia a la fructosa se incluyen dos alteraciones totalmente diferentes: la intolerancia hereditaria a la fructosa y el síndrome de mala absorción de fructosa.

  • Intolerancia hereditaria a la fructosa: es consecuencia de un déficit o de la falta de un enzima (Aldolasa B) cuya función es la de metabolizar la fructosa. Su mal funcionamiento provoca la acumulación de productos intermedios del metabolismo de la fructosa, que son los responsables de los síntomas de esta alteración. Se trata de un problema de origen genético y por tanto irreversible.

 

  • Síndrome de mala absorción de la fructosa: está provocado por un problema en la capacidad de la mucosa intestinal para absorber la fructosa, lo que va a provocar que esta llegue de forma Intacta al intestino grueso, donde se va a producir su fermentación por parte de la microbiota. Como consecuencia de esta fermentación se van a generar una serie de productos químicos responsables de los síntomas de este proceso.

 

¿Cuáles son los síntomas de la intolerancia a la fructosa?

  • Intolerancia hereditaria a la fructosa SINTOMAS. Al tratarse de un proceso hereditario, los síntomas de intolerancia a la fructosa se empiezan a padecer desde edades muy tempranas, en cuanto el niño comienza a introducir la fructosa en su dieta. Los diferentes síntomas de la intolerancia a la fructosa son consecuencia de la acumulación de productos intermedios de su metabolismo: convulsiones, sueño excesivo, irritabilidad, ictericia, vómitos. Los síntomas de la intolerancia a la fructosa en adultos se relacionan con problemas hepáticos como consecuencia de la acumulación de sustancias tóxicas a este nivel.

 

  • Mala absorción fructosa SINTOMAS. En este caso los síntomas son consecuencia de la fermentación de la fructosa por parte de la flora del intestino grueso: gases, flatulencias, dolor y distensión abdominal, diarrea, malestar, etc. Si la diarrea se prolonga en el tiempo puede ocasionar deficiencias en la absorción de nutrientes, pudiendo esta circunstancia ser el origen de otros problemas como alteraciones del desarrollo, fatiga, depresión, dolor de cabeza, confusión mental, irritabilidad, etc.

 

¿Cómo se diagnostica la intolerancia a la fructosa?

  • Intolerancia hereditaria a la fructosa DIAGNOSTICO. La prueba de intolerancia a la fructosa consiste en detectar la mutación del gen ALDOB que pone de manifiesto una alteración en la producción del enzima Aldolasa B encargada de metabolizar la fructosa. El test de intolerancia a la fructosa es pues una prueba de tipo genético y por tanto se puede realizar tanto en sangre como en mucosa bucal.

 

  • Síndrome de mala absorción de fructosa DIAGNOSTICO.

    El test de aire espirado con fructosa tiene como finalidad la de detectar que la fructosa llega al colon sin ser absorbida totalmente en el intestino delgado. Esto se lleva a cabo midiendo las concentraciones de hidrógeno y metano en el aliento tras la administración de una cantidad controlada de fructosa por vía oral. De forma que, si la fructosa no es absorbida totalmente y, en consecuencia, Llega al intestino grueso, la flora que allí habita va metabolizarla produciendo hidrógeno y/o metano que van a ser absorbidos y una parte de ellos eliminada por la vía respiratoria. El mencionado test de fructosa presenta una gran ventaja frente al test de hidrógeno espirado con fructosa, ya que la valoración del metano supone una reducción considerable de falsos negativos puesto que determinados tipos de flora únicamente producen metano al metabolizar la fructosa.

 

¿Cómo se prepara el test de intolerancia a la fructosa?

La prueba de la fructosa requiere una preparación especial que consiste en:

  • No tomar antibióticos durante el mes previo.
  • Durante el día anterior al test intolerancia fructosa no consumir alimentos que suelan producir gas, como legumbres o verduras, extremado las medidas en la cena en la que únicamente se deben consumir proteínas.
  • El día del test intolerancia fructosa se debe permanecer en ayunas, sin beber agua (se permite enjuagar la boca), sin fumar, sin consumir chicle y sin pintarse los labios hasta que no concluya el proceso de toma de muestras, que dura alrededor de las 3 horas.
Air Test Test de aliento para intolerancias alimentarias y SIBO
Air Test Test de aliento para intolerancias alimentarias y SIBO

¿Qué consecuencias tiene la intolerancia a la fructosa?

La principal consecuencia tras el diagnóstico de cualquier tipo de intolerancia a la fructosa es la de iniciar una dieta restrictiva.

En el caso de la Intolerancia hereditaria a la fructosa, el tratamiento a seguir es una dieta en la que no se consuma más de 1-2 gr. de fructosa al día ya sea en forma de fructosa, sacarosa o sorbitol. Para poder seguir esta dieta correctamente es necesario conocer que alimentos contienen fructosa y que, por tanto, deben ser evitados. También se deben leer las etiquetas de todos los productos que consumamos, aunque muy pocos alimentos manufacturados pueden consumirse con seguridad teniendo IHF.

La fructosa se encuentra de manera natural en la miel, la fruta (20-40%), las verduras (1-2%) y otros alimentos de origen vegetal. Aunque hay que tener en cuenta que el contenido tanto de fructosa como de sacarosa es variable en las frutas y verduras dependiendo de las condiciones de crecimiento de las plantas. Además, la fructosa también se añade como edulcorante en productos dietéticos o para diabéticos y también se usa como excipiente en medicamentos.

Por su parte la sacarosa se encuentra en el azúcar, ya sea blanco o moreno y, por tanto, se encuentra en múltiples productos dulces como las galletas, los postres, los cereales de desayuno para niños o los bizcochos. A parte, algunas frutas (1-12%) y verduras (1-6%) lo contienen y también se utiliza para la elaboración de algunos jarabes y medicamentos infantiles. Por último, el sorbitol se puede encontrar en frutas y verduras, pero sobre todo es utilizado como edulcorante en múltiples productos dietéticos.

El tratamiento a seguir en el caso de malabsorción de la fructosa también es una dieta restringida en fructosa. Esta restricción variará en función de cada persona dependiendo de si la malabsorción es total o parcial y, dentro de esto, que grado de intolerancia a la fructosa se padezca.

En el caso de que la intolerancia sea total, la persona no podría ingerir ningún alimento que contenga fructosa o sacarosa por lo que, la dieta sería muy parecida al caso de la IHF y, se tendrían que evitar los mismos productos.

Por el otro lado, en el caso de que la intolerancia sea parcial, que es lo más habitual, la persona puede consumir ciertos alimentos con un contenido bajo en fructosa o incluso, una cantidad moderada de alimentos con un elevado contenido en fructosa.

Por tanto, si padecemos esta patología, lo más recomendable es contactar con un dietista que nos asesore para conseguir una dieta lo más variada y agradable posible incluyendo todos los alimentos que puedan ser tolerados por el paciente. En este caso, se debe valorar en qué cantidad y qué alimentos son tolerados por la persona para decidir si es necesaria una suplementación.