El verano es una época de desconexión, viajes y disfrute. Sin embargo, los cambios en la rutina, la mayor frecuencia de comidas fuera de casa y algunos excesos pueden afectar a nuestro sistema digestivo. Molestias como la hinchazón abdominal, la acidez o la fatiga después de comer son muy habituales en esta época.

Aunque en la mayoría de los casos se deben a una alimentación más desordenada, es importante diferenciar cuándo se trata de algo puntual y cuándo puede ser un problema subyacente, como una intolerancia alimentaria o una alteración digestiva crónica.

Problemas digestivos más frecuentes en verano

1. Indigestiones y pesadez
Durante el verano solemos comer más de lo habitual, y no siempre alimentos fáciles de digerir. Platos grasos, ultraprocesados, helados o comidas rápidas ralentizan el vaciado gástrico, lo que provoca sensación de plenitud, reflujo, gases y dolor abdominal. Además, los horarios irregulares y el hábito de cenar tarde hacen que el aparato digestivo trabaje en horas en las que debería descansar. Lo anterior incrementa la incomodidad nocturna y afecta al sueño.
👉 Consejo: mantener comidas más ligeras y frecuentes, evitar tumbarse justo después de cenar y priorizar alimentos frescos (ensaladas, frutas, pescados a la plancha) ayuda a prevenir estas molestias.

2. Diarrea del viajero
Se trata de una de las alteraciones digestivas más comunes en vacaciones, especialmente al viajar a países con diferente calidad del agua o higiene alimentaria. Se produce por ingerir alimentos o bebidas contaminadas con bacterias, virus o parásitos. Sus síntomas incluyen diarrea aguda, dolor abdominal, fiebre y deshidratación, que pueden arruinar por completo unos días de descanso. Aunque en la mayoría de los casos es autolimitada, conviene estar alerta, ya que puede complicarse en niños, personas mayores o viajeros con enfermedades crónicas.
👉 Consejo: beber siempre agua embotellada, evitar el hielo en bebidas y optar por alimentos bien cocinados. Si los síntomas son intensos o se prolongan más de 48 horas, es importante consultar a un profesional.

3. Intolerancias alimentarias no diagnosticadas
El verano, con sus excesos y cambios en la dieta, puede sacar a la luz intolerancias que hasta ahora pasaban inadvertidas. Molestias como gases, hinchazón, dolor abdominal, cansancio o diarrea recurrente después de comer pueden ser signos de intolerancia a la lactosa, fructosa, sorbitol o incluso a determinados aditivos.
Estos síntomas suelen confundirse con “digestiones pesadas” o “efectos del calor”, lo que retrasa el diagnóstico y prolonga el malestar. Detectarlas a tiempo con pruebas específicas permite adaptar la alimentación y recuperar la calidad de vida.
👉 Consejo: si nota que los síntomas se repiten siempre tras consumir ciertos alimentos (leche, pan, frutas concretas…), conviene realizar un test de intolerancias o de hidrógeno espirado.

4. Deshidratación y pérdida de electrolitos
El calor del verano favorece la sudoración excesiva, lo que implica una mayor pérdida de agua y minerales como sodio, potasio o magnesio. Cuando además se suma una dieta desordenada (alcohol, café, refrescos azucarados..) y episodios de diarrea o vómitos, el riesgo de deshidratación aumenta considerablemente. Esto no solo afecta al rendimiento físico y mental, sino que también repercute en la digestión, ya que el sistema gastrointestinal necesita un buen equilibrio hídrico y mineral para funcionar correctamente.
👉 Consejo: asegurar una ingesta suficiente de agua, complementada con frutas ricas en líquidos (sandía, melón, naranja) y, en casos de mayor sudoración, bebidas con electrolitos que ayuden a reponer lo perdido.

Señales de alerta: ¿exceso puntual o intolerancia?

En verano, los excesos suelen provocar molestias digestivas ocasionales. Sin embargo, cuando los síntomas se repiten con frecuencia o se prolongan en el tiempo, puede que el problema no esté en lo que comió de más, sino en una intolerancia alimentaria no diagnosticada. Estas son algunas claves para diferenciarlas:

1. Los síntomas aparecen siempre tras consumir un mismo alimento.
Si nota que cada vez que toma leche o derivados lácteos aparecen gases, hinchazón o diarrea, es posible que se trate de una intolerancia a la lactosa. Lo mismo ocurre con el gluten, ciertas frutas (como la manzana o la pera por la fructosa), o los edulcorantes como el sorbitol. La repetición de síntomas ante un mismo alimento es un signo claro de que el cuerpo tiene dificultades para digerirlo correctamente.


2. Los síntomas persisten durante varias semanas.
Si, tras volver a una dieta más equilibrada, los problemas digestivos continúan presentes, es una señal de que no se trata de un exceso puntual del verano. Intolerancias como la de la lactosa o la fructosa generan síntomas cada vez que el intestino se expone al azúcar problemático, independientemente de la época del año.


3. Aparición de síntomas extra-digestivos: fatiga, cambios de ánimo, falta de concentración.
Las intolerancias no solo afectan al sistema digestivo. Muchas personas refieren cansancio persistente, niebla mental, irritabilidad o cambios en el estado de ánimo tras consumir determinados alimentos. Esto ocurre porque una digestión ineficiente puede alterar el equilibrio de la microbiota intestinal y, con ello, la correcta absorción de nutrientes esenciales (vitaminas, minerales, aminoácidos).


4. El malestar interfiere en la vida diaria y el descanso nocturno.
Las molestias digestivas recurrentes no solo son incómodas: también afectan la calidad de vida. El dolor abdominal, la acidez o los gases pueden dificultar el sueño, reducir la concentración en el trabajo y limitar actividades sociales.

Pruebas diagnósticas que pueden ayudarte

En Centro Diagnóstico Calderón contamos con tecnología avanzada para identificar la causa real de las molestias digestivas:

  1. Test de intolerancias alimentarias.
    Permiten detectar si tu organismo reacciona de forma adversa a determinados alimentos, como la lactosa, el gluten o la fructosa.
  2. Pruebas de hidrógeno espirado.
    Analizan la capacidad del sistema digestivo para absorber ciertos azúcares (lactosa, fructosa, sorbitol) y ayudan a diagnosticar intolerancias y sobrecrecimiento bacteriano intestinal (SIBO).
  3. Análisis de microbiota intestinal.
    Estudian el equilibrio de bacterias beneficiosas en tu intestino, clave para una buena digestión, la absorción de nutrientes y el sistema inmunitario.
  4. Perfil vitamínico y mineral.
    Evalúa si existen carencias de hierro, vitamina B12, vitamina D u otros nutrientes, algo habitual cuando la dieta se desordena en vacaciones.

Conclusión: disfrute del verano cuidando su salud digestiva

El verano está para disfrutarlo, pero sin olvidar que el bienestar empieza en el cuidado de nuestro cuerpo. Si nota que sus molestias digestivas no desaparecen o se repiten con frecuencia, puede que no se trate solo de los excesos de la temporada.

En Centro Diagnóstico Calderón ponemos a su disposición pruebas específicas y un equipo altamente especializado para que descubra el origen de sus síntomas y pueda recuperar su calidad de vida.

Puede contactarnos a través de nuestras redes sociales y le ofreceremos toda la información que necesita.